González #562

Las personas del taller de curaduría quieren que esto aparezca en la hoja de la próxima semana


Provocar es provocativo, más cuando los involucrados ya fueron provocados por los provocadores. La sutileza de la interrogación bien puesta siembra la duda y termina consolidado una crítica simbólica que va mucho más lejos que un grito o un berrinche. Todos los días cargamos con nuestros cuestionamientos personales, pero hay varios que podríamos pensar en colectivo y que vale la pena responder por separado. Ganó Javier Milei en Argentina y las artes aún no se definen a si mismas, tampoco por otras disciplinas. Su incorruptible falta de cercas y limites permite que cualquier cosa sea y deje de ser parte del grupo.
El ejercicio de El Muestreo ya se cerró, terminó, se quedó para las páginas de la historia, para los recopilatorios y las retrospectivas de un futuro González #3164, para el que ya la mayoría habremos muerto. Pero cuando los ejercicios concluyen se les ve por completo, se les mete en cajas y se les guarda en estanterías para análisis futuros, que no tendríamos por que dejar para lejanas revisiones de archivo envejecido. Los dos interrogantes dibujados por el vándalo dueño de un sharpie negro son la acentuación de un cuestionamiento, no la pulla de un retractor o el ataque de un desconsiderado. Si este ejercicio se enuncia a si mismo como una curaduría ¿Ya somos curadores por haberlo ejecutado? El valor parece no ser intrínseco a la actividad en este caso, y aunque enemigos de lengua venenosa tenemos por todas partes, esos se quedaron escribiendo comentarios ácidos en Instagram y haciéndose los desentendidos en persona. Pongámonos de nuevo en la tarea de rasparle cada resto a la olla y comernos esa introspección tan jarta, para poder concluir este semestre imaginando que la curaduría va mas allá de disponer pinturas en donde quepan y clavar puntillas en paredes blancas dejando espacios equidistantes; eso se lo podemos dejar a los coleccionistas dueños de apartamentos de 150 metros cuadrados en La Cabrera, que ya ni saben donde meter su nuevo cuadro de 40 mil dólares.

Más sobre el Señor Rayón aquí
https://youtu.be/rSkDgO6y0o4?si=RLgUol_fZo-1eoj0 gran vídeo de youtube
https://tambinsoyunal.fandom.com/es/wiki/Se%C3%B1or_Ray%C3%B3n gran wiki
https://www.dejusticia.org/column/el-senor-rayon/

Postulación de Lucas Ospina para ocupar el cargo de la dirección del Departamento de Arte
Estudiantes del Departamento de Arte,

El 30 de octubre me postulé como candidato ante la Rectoría, Vicerrectoría Académica, Decanatura y la planta para el próximo periodo de dirección del Departamento de Arte.

Me comunico con ustedes directamente pues, a pesar de que la población del pregrado es la razón de ser de nuestra existencia y subsistencia en la universidad, las políticas de nombramiento les excluyen de esta toma de decisiones. Comunidad y comunicación son palabras que comparten los mismos fines: una mala comunicación no ayuda a construir una comunidad.

El Departamento de Arte necesita urgente un cambio y veo que para hacerlo, luego de 20 años en la planta y de dos periodos anteriores como director (2011 a 2015), es necesario volver a esa posición de poder y liderazgo de la dirección.

Ustedes son el corazón de la universidad, pero también son la base financiera: la matrícula que pagan ustedes, sus familias y el Estado son para recibir una mejor educación y la planta profesoral debe anteponer laboralmente ese valor educativo a los privilegios de que hemos gozado con abundancia en las dos últimas décadas como artistas y actores culturales asalariados.

Con el cambio podemos como planta enseñar a estudiantes que actualmente cursan el programa una cosa que nunca van a olvidar: estamos dispuestos a aprender. Al cuerpo estudiantil podemos compartirle los problemas de esta crisis financiera, nuestros aciertos y nuestros errores, para que tengan un mejor criterio y, en unos años, podamos sentir con orgullo que como comunidad universitaria sacamos esto adelante y que hicimos lo mejor posible con los medios disponibles.

Acompañé mi postulación con un documento de trabajo dónde interpreto la situación actual del Departamento de arte. Luego de un contexto histórico señalo unas acciones concretas que podría comenzar a ejecutar desde el primer día en la Dirección.

Por ejemplo, hacer ajustes urgentes al pregrado para ampliar la base de cursos técnicos, replantear la mayoría de talleres de 8 a 16 semanas semanas y permitir una libertad en la toma de cursos por fuera del corral tradicional de las “áreas”.

Por ejemplo, ampliar en varias docenas los espacios para que más y más estudiantes en el ciclo intermedio tengan acceso a talleres individuales de arte adaptados en salones del Departamento de Arte.

(Si quieren leer más les puedo compartir el documento que menciono).

No sé bien que siga en este proceso, la única respuesta que recibí de la Decana de Artes y Humanidades no da pautas claras ni certezas más allá de anunciar una decisión que dice tomarán las directivas en estas semanas que restan del año.

Seguimos,

Mi datos de contacto son luospina@uniandes.edu.co y el WhatsApp es 3118125197

Lucas Ospina
Profesor

Escribo

Hace unos meses escribí. Lo recordé hace un momento. Eso me gustaba. Cuando encontraba el espacio o el momento simplemente escribía. Hace meses no lo hago, no de tal forma que sienta que estoy escribiendo. Hace meses no siento nada al hacerlo, simplemente lo hago, como autómata, solo muevo la mano, el brazo, la cabeza; letra, letra, letra, letra; oración, oración, oración, oración; párrafo, párrafo, párrafo, párrafo… y así, dos, cuatro y hasta cien veces. Solo lo hago. Pero no escribo, no se siente como escribir.

Entonces, lo recordé. Yo escribía. Escribía mucho. No se si bien o mal, eso no me importaba, la verdad. Lo hacía y se sentía bien, sentía como si escribiera. Escribir me daba vida. Cada nuevo relato o ‘textico’ que hacia era como un pedazo de mi ser. Me podían dar pena o asco, pero al final eran yo. Cuando escribía, eso era yo. No se trataba de escribir bloques y bloques de texto por el bloque de texto. NO. De pronto un día escribía una línea. La mejor línea de la historia, de la mía, por lo menos. Otro día, bloques que daban pena, pero que, al final, no dejaban de ser yo.

Hoy lo intenté. Aún no caía en cuenta que hace meses no escribo. Pretendí no haber olvidado como se hacía y empecé, pero me faltaba escribir, sentir que lo hacía. Salían palabras y palabras y palabras. Lo odié. Escribía, pero no. Finalmente, me rendí. Deje de escribir. Ahí recordé. Hace unos meses escribí y me gustaba. Empecé de nuevo. Volví a escribir. Lo hago, lo siento. Escribo.

Espero no parar. Seguiré escribiendo.