González #596

Envía

Carolina Cerón

La dirección informa que el departamento ha trabajado por ser un espacio de apertura y escucha para lxs estudiantes. La dirección informa que puede solicitar una cita para echar rulo o preocupaciones varias, para tomar té, para que le preste los plumones de vidrio y me ayude a dibujar las ventanitas del parchadero, o para echarle un tarot a su proyecto, o cualquier otra solicitud que lo desvele en este vínculo que se le rota al estudiantado semestre a semestre:
https://outlook.office.com/book/oficinadedesatencinausuariosinteresadosenconversacin@uniandes.onmicrosoft.com/?ismsaljsauthenabled

Atentamente,
La dirección.

Arriba, abajo, al norte, al sur. Aquí y ahora. Me gusta poner la dirección porque se siente como una entidad abstracta y porque alguna vez vi unos papeles en el archivo de una artista donde se colgaban avisos firmados por La dirección. La dirección avisa, la dirección informa, La dirección dice, La dirección piensa. La artista en cuestión que tenía estos papelitos era Beatriz González. Los tenía en su taller y José y Natalia me los mostraron.
Adjunto uno como curiosidad del pasado y me despido con el nombre propio de la chica que se sienta temporalmente en el turno de la dirección:

Carolina.


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Un estudiante

Están muy invitadxs a Bu!!A 14

Alejandro Alfonso

¿Se han visto After Hours? Las cosas que le pasan a ese pobre hombre son incomprensibles a menos de que haya un Scorsese detrás de la cámara que le está haciendo todo eso para sacarnos unas risas. Ahora bien, ¿cómo es comprensible eso de que nuestra pedigüeña humanidad sea la única forma de vida inteligente en la galaxia? ¿Cómo concilia uno que a) haya mil millones de estrellas en la Vía Láctea, b) el viaje interestelar parezca ser posible, c) haya estrellas en nuestra galaxia mil millones de años más viejas que el Sol con que d) no tengamos evidencia alguna de vida extraterrestre? La gente se ha inventado muchos Scorseses para el acto pícaro que es nuestra aparente soledad en el universo. Incluso más ridículo que ser los únicos seres inteligentes es ser los únicos con este nivel de progreso tecnológico. Yo puedo tolerar ser parte de la única especie capaz de darse cuenta de que está sumando, pero me da escozor pensar que soy parte de los únicos que saciaron su antojo de una bomba nuclear. ¿Quién se está riendo de nosotros?

Una de las cosas más horrorosas que uno puede hacerse a sí mismo solo con la cabeza es intentar responder a este problema, la paradoja de Fermi, desde una perspectiva evolutiva. ¿Qué tal si no sabemos de civilizaciones extraterrestres tecnológicamente hiperavanzadas porque conjugar hiperdesarrollo tecnológico y civilización es imposible? ¿Qué tal si, como pensaba el astrofísico alemán Sebastian von Hoerner, la pulsión que hace posible el desarrollo científico y tecnológico no es más que la búsqueda despiadada de dominar al otro y tener una vida más sencilla? No me parece conspiranoico pensar en esta posibilidad a la luz del cambio climático (los diez años más recientes son los diez años más calientes), la constante amenaza de la guerra nuclear (hay más de 12 mil ojivas nucleares en el mundo) y el camino que parece estar tomando el desarrollo de la IA (slop-machines masivas). ¿Será que los extraterrestres no nos visitan porque se han aniquilado a sí mismos miles de veces a la Dr. Strangelove? ¿Será que es porque se la pasan todo el día en la cama viendo reels? ¿Acaso es que ningún ser es lo suficientemente responsable para ostentar el ominoso poder que representa conocer las causas y los mecanismos de su mundo?

Es el Antropoceno y mis amigos y yo intentamos hacer una revista impresa cada tantos meses y asumimos peligrosos déficits para hacerle lanzamientos presenciales cada vez que la sacamos. Vivimos en una época confundida. Hemos estado en la luna. Hemos visto un agujero negro. Podemos decidir el color del pelo de nuestra prole. Pareciera que estamos a las puertas del apocalipsis. Sabemos que las revistas impresas fueron la antesala de TikTok, que es imposible e inverosímil sacarlas adelante, que el primitivismo es una huevonada. Pero quienes lideran la vanguardia de este nuevo mundo e inflan las fronteras de sus posibilidades en materia de transhumanismo, capacidades industriales, viaje espacial e inteligencia artificial ignoran la posibilidad de que un día su hubris erosionadora destruya el mundo y cuando vuelvan, como el hijo pródigo, con el rabo entre las patas, nosotros aún tengamos nuestro cerebro y seamos los únicos que puedan guiarlos hacia una vida ecológicamente sensata. Yo que sé, Dédalo sí llegó a Sicilia. Creo genuinamente que hay una posibilidad considerable de que iniciativas como la revista bu!!A sean el tipo de cosas cuya existencia haga que vivir siga valiendo la pena. Creo genuinamente que la revista bu!!A es una heurística apta para la felicidad, la eudaimonía; creo que hemos descubierto un camino que procura la educación del carácter, el pensamiento crítico, la contemplación profunda y la risa, que parece ser lo más importante cuando uno tiene un botón rojo capaz de destruir el mundo a centímetros de la nariz (pregúntenle a Homero Simpson). A veces creo que es la risa y el aprecio por la belleza lo que nos permite estar en la justa mitad entre paranoia e ignorancia. La primera revista de la historia definió en su nombre a lo que cualquier revista aspira: Erbauliche Monaths-Unterredungen (Discusiones mensuales edificantes). A eso aspiramos: a un espacio no académico de formación, de bildung, en el que los riesgos no tienen que ser tan costosos y el amor y la amistad no tienen que ser tan escuetos.

Para esta edición haremos un asado de tacos el 25 de octubre desde las 3 hasta las 9 pm en una casa en la calle 10 #1-57. No hay cover, allá pueden decidir si compran o no la revista. Todxs están muy invitados a bu!!A 14, donde pueden darnos besos en la boca y pegarnos cachetadas en la cara.


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Marco Garnica Cabieles

Negación del genocidio y reacción de papel

Colectivo Puracé

Recientemente, en el ejercicio de discusión de izquierda que se lleva a cabo en la iniciativa Puracé, hemos visto “intervenidos” algunos de nuestros afiches, como se puede apreciar en las imágenes adjuntas. Aquellos donde dejamos clara nuestra posición política son proveídos de un cartel de “Se Busca” en blanco y negro de Nicolás Maduro, en alguna clase de insulsa y trillada relación Venezuela-Socialismo que ni es ingeniosa, ni nos quita el sueño. Por otro lado, nuestros afiches del cineforo alrededor a Palestina realizado el 26 de septiembre fueron arremetidos por comunicados israelíes de bajas recientes al comando de Hamás.

Dichos afiches no sólo se pegaron a los nuestros —colonizándolos, si se permite la expresión— sino que también se asentaron en la puerta del salón en que teníamos planeada la actividad.

No tenemos del todo claro cuál es el propósito de esta estrategia reaccionaria —que trataremos de racionalizar en los párrafos posteriores— pero sí nos preocupa sobremanera la implicación que conlleva la yuxtaposición directa entre la información emitida por las Fuerzas Ofensivas Israelíes y el anuncio de nuestro cineforo en torno a El Tiempo Que Queda, una película del 2009 que mezcla la autoficción con tintes de humor trágico para tratar de sobrellevar la crisis humanitaria que ha persistido en Palestina por más de tres cuartos de siglo. Sin llegar a cuestionar la validez de la fuente y asumiendo que las personas retratadas bajo el “Eliminated” oblicuo efectivamente eran combatientes que ponían en peligro vidas israelíes, comparar informes tácticos con arte anti-imperialista es confundir los culos con las témporas, pero la sugerencia (que no podemos sino creer que es) intencional es que el marco de ambos sucesos es el de un conflicto bélico. Dos bandos en medio de un tira y afloja que tienen intereses encontrados. Te bombardeo, me bombardeas, cuelgas un afiche de tu equipo favorito, te cuelgo otro humillándolos… Un ejercicio fanático ad nauseam sin mayor complejidad que Santa Fe contra Millonarios.

Pero la realidad es otra. Creemos que no hay necesidad de argüir aquí que lo que está sucediendo en Palestina es un genocidio y la última exacerbación de un proceso de limpieza étnica, colonialismo sionista e injerencia occidental que ha llevado años. Desde la ONU hasta lxs palestinxs con celular e internet muestran evidencia perentoria a cualquiera que la busque y tenga la decencia y humanidad para escuchar. Estos carteles no son sino un intento de negar dicho genocidio y tratar de conservar el planteamiento de “guerra contra terroristas” que la Hasbara ha mantenido hasta hace poco y pintar a cada palestinx como terrorista, no obstante su edad, sollozos, ruegos, llagas, hambre, rendición o condición física y humana.

Así los afiches buscan conservar una perspectiva mandada a recoger sin proponer nada (véase el afiche de Maduro. ¿Qué carácter propositivo tiene?) más que la instintiva reacción a cualquier alteración en el status quo, con un enfoque dirigido a nuestro grupo en cierta intimidación o desafío que no pasa del papel. Y no satisfechxs lxs perpetradores con el estanque político del ejercicio, además deciden resguardarse en el anonimato, negando toda discusión argumentativa posible, a excepción de una aserción abierta como la que lee usted.

Puede que este débil desquite nuestro cambie mentes como puede que no. Puede que el estudiantado se organice en pos de la defensa de todo pueblo oprimido, seguramente no ocurra eso. Puede que la universidad siga recibiendo plata de cómplices del genocidio como Starbucks y Spotify, como puede que (y es absurdo tener que decir esto) se limite a tener patrocinadores decentes. No lo sabemos, y por mucho que nos encantarían algunos de estos escenarios, no tenemos expectativa alguna. Tan sólo nos limitamos a plasmar un poco de cordura en este papel.


Un Artículo

La ficción

Nicolás Gómez Echeverri

La falla del modelo educativo ha sido la promesa de una ficción fundada en falsos ideales de éxito que son incongruentes con la vida real. Podemos tener una entrega afortunada, un ocasional día generoso del crítico o del maestro. Pero es efímero.

Hemos estado condicionados a fantasías ingenuas de un porvenir de celebrity. Y el colectivo que comparte esta ambición se rige por líderes de pose, de rebeldías inútiles y sin causa, que no alteran, ni influyen, ni transforman los fundamentos. Voces que hablan más duro y que, con un construido marketing de su propia persona, enajenan las fáciles mentes. Esta comunidad sabe desafiar, y por sobre todas las cosas, criticar; pero no sabe por qué ni para qué. Sus voceros se vanaglorian de su popularidad minúscula, y así conforman un rol mesiánico que proyecta entre unos pocos como ilusión de fama. Señalo su pequeñez; su falta de dimensión y de contexto. La amargura de cada quien hace brotar la cizaña competitiva y la mentirosa idea de genialidad.

Encuentro una y otra vez a los mismos discursos e ideas fijas que se transmiten de boca a boca, generación tras generación. Escucho los mismos lamentos y reclamos. Ya ni siquiera los chismes emocionan. La retahíla es idéntica desde años atrás. Las referencias no cambian, las angustias permanecen y los anhelos de triunfo se heredan, sin mayor claridad sobre las implicaciones de su alcance. La permanencia es angustiosa, pues revela una quietud e inercia del estado de las cosas que no responde al supuesto de superación. Incluso, lo que parecería ser revolucionario o cambiante hace parte de un eterno retorno, de circularidad del tiempo que solicita cada tanto un hecho disruptivo; luego genera reacción, luego revolución, y así, en tendencias y modas que se proclaman transformadoras, pero solo hacen parte de la mecánica solipcista.

Ante esta modorra, algunas posibilidades:

Potenciar al individuo más allá de su actuación en el show. Saberse más interesante y amplio que el discurso homogenizador. Afirmarse en las prioridades identitarias y existenciales, en el deseo y la satisfacción que ocurre fuera del gremio y de su parametrización de éxito. Generar relaciones afectivas de afinidad estética y ética, no por compromiso, sino por convicción y afectación, para vislumbrar un bien colectivo.

Gozar la propia vida. Cada vida fuera de la norma del medio es rica, singular, excitante: la familia, los libros, las conversaciones, las rutinas, los otros saberes y conocimientos que no están al servicio de la norma. Todo esto es el sustrato de personas emancipadas.

Nada es fácil. El verdadero triunfo es la dedicación, en sí misma.


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Una estudiante

Abrasa

María José Monroy

Hay amores que no se nombran,
vínculos que habitan en la penumbra de lo indefinido.
Se llaman a veces, se buscan a medias,
rozan en un abrazo que nunca termina de cerrarse.
Este pacto tácito es la frontera diplomática del corazón:
no se compromete, no se reclama,
pero se siente con la fuerza de lo inevitable.

Se vive entre mensajes tardíos,
Llamadas a la madrugada,
silencios que pesan,
y preguntas que nunca encuentran respuesta.

No es ausencia de deseo,
sino deseo en condición de exilio,
un querer que se sabe limitado,
pero que insiste en arder, hasta el punto de abrasar.

Amar así es aceptar la paradoja:
asfixiar, astillar, ahogar con afecto,
entregarlo todo sin garantía de retorno.
Una intensidad sin contrato,
locura sin testigos,
un estallido íntimo que se justifica en sí mismo.

Y en medio de ese exceso,
me dejo retorcer de dolor,
como quien se quiebra para sentir más hondo,
como abrazar su propio abismo
para salir de él con una nueva piel.

Y aunque al final solo queden cicatrices, esas marcas enseñan.
Porque sentir, incluso en la ambigüedad,
es conocerse, desbordarse,
Zambullirse hasta el cuello,
dejar que el alma se expanda y se fracture a la vez.

¿Causa temor?
Sí.
Pero hasta en la incertidumbre
se esconden las lecciones más luminosas.