González #546




La edición rosada del González

Frases sobre el color rosado de personas aparentemente importantes:

«Casi todas las palabras tienen color y nada es más agradable que pronunciar una palabra rosada y ver cómo se iluminan los ojos de alguien y saber que también es una palabra rosada para él o ella» Gladys Taber

«Nunca puedes equivocarte con un poco de rosa, mucho también funciona» Dana Dalgetty

«Asiento, mojando mi pincel en acrílico rojo, luego blanco, antes de mezclar las pinturas en la paleta hasta que formen un rosa perfecto» Sarah Jio

«Sin rosa una tormenta sería simplemente normal» Anthony T. Hincks

«Su habitación parecía tan rosada, joven y delicada, apropiada para su lencería de

tonos pastel tirada aquí y allá en la silla y la cama» F. Scott Fitzgerald


Ladrido joven sin carraspera

Dentro de la decena de miles de lectores de El González debe existir alguno que recuerde a Lxs perrxs y que haya vivido la transición generacional entre los viejos y los nuevos ladridos. La iniciativa estudiantil de reunirse en las noches entre semana, sin tiempo, sin permiso y sin plata, fueatractiva para más de uno. Éramos varios, con horarios poco flexibles, los que llegábamos asentarnos con frio a las 6:30 pm en las mesas del S1, esperando sacar algo valioso del ejercicio de compartir con otros.

Se hicieron cosas buenas, eventos, fiestas, cartas y el ladrido no dejó de retumbar con fuerza, solocogió carraspera y una gripa que nos hizo quedarnos en cama recuperando la energía de aquellas primeras reuniones. La realidad es que la capitanía del equipo estuvo por un tiempo estampada en la camiseta de un par de miembros en específico, que al momento de graduarse o cambiar de objetivos, nos despertaron de un cachetadon más efectivo que un despertador. Pero el consejo no murió, o tal vez lo hizo con la certeza de que volvería, pero al no ser un mesías, terminó tomándose más de tres días.

Todo esto para advertir que estamos de regreso, entre gruñidos, ladrando con babas en la boca, salpicando palabras y con ganas de pedir perdón antes que pedir permiso. Se les anuncia a todos los miembros de la comunidad universitaria, a los que celebraron con la tumba y a los que lloraron sobre ella, que este grupo de desparchados, de desocupados con demasiado tiempo libre en laagenda, vuelve para joderles la vida yendo a orinar opinión en los palacetes dóricos norteños capitalinos que nos presten, con el propósito de hacerles la experiencia universitaria algo distinto a una hoja cuadriculada.

Se nos pasó la carraspera, y los que vivimos la transición entre lo viejo y lo nuevo les decimos: esto no es lo mismo de antes, pero algo tendrá de bueno juntarse a planear proyectos que nos quieran trancar, que nos quieran tumbar. Seguiremos mordiendo a al egoísmo y moviéndole la colaa la novedad, con una jauría grande o pequeña, no importa, pero unida y dispuesta a caminar ycaminar lo que sea necesario, buscado nuevos espacios para sacarnos las pulgas de la conformidad.

Así que nada, un beso y nos vemos en el próximo lío que nos metamos juntos.

– David Muñoz


A Rant About “Technology”

In an interesting and favorable notice of Changing Planes (which you can find elsewhere on the site, in Spanish and English), the Argentinean reviewer asserts that since Le Guin isn’t a hard science fiction writer, “technology is carefully avoided.” I stuck a footnote onto this in my translation of the article, and here is the footnote expanded — because this business is really getting my goat.

‘Hard’ sf is all about technology, and ‘soft’ sf doesn’t have any technology, right? And my books don’t have technology in them, because I am only interested in psychology and emotions and squashy stuff like that, right?

Not right. How can genuine science fiction of any kind lack technological content? Even if its principal interest isn’t in engineering or how machines work — if like most of mine, it’s more interested in how minds, societies, and cultures work — still, how can anybody make a story about a future or an alien culture without describing, implicitly or explicitly, its technology?

Nobody can. I can’t imagine why they’d want to.

Its technology is how a society copes with physical reality: how people get and keep and cook food, how they clothe themselves, what their power sources are (animal? human? water? wind? electricity? other?) what they build with and what they build, their medicine – and so on and on. Perhaps very ethereal people aren’t interested in these mundane, bodily matters, but I’m fascinated by them, and I think most of my readers are too.

Technology is the active human interface with the material world.

But the word is consistently misused to mean only the enormously complex and specialised technologies of the past few decades, supported by massive exploitation both of natural and human resources.

This is not an acceptable use of the word. “Technology” and “hi tech” are not synonymous, and a technology that isn’t “hi,” isn’t necessarily “low” in any meaningful sense.

We have been so desensitized by a hundred and fifty years of ceaselessly expanding technical prowess that we think nothing less complex and showy than a computer or a jet bomber deserves to be called “technology ” at all. As if linen were the same thing as flax — as if paper, ink, wheels, knives, clocks, chairs, aspirin pills, were natural objects, born with us like our teeth and fingers — as if steel saucepans with copper bottoms and fleece vests spun from recycled glass grew on trees, and we just picked them when they were ripe…

One way to illustrate that most technologies are, in fact, pretty “hi,” is to ask yourself of any manmade object, Do I know how to make one?

Anybody who ever lighted a fire without matches has probably gained some proper respect for “low” or “primitive” or “simple” technologies; anybody who ever lighted a fire with matches should have the wits to respect that notable hi-tech invention.

I don’t know how to build and power a refrigerator, or program a computer, but I don’t know how to make a fishhook or a pair of shoes, either. I could learn. We all can learn. That’s the neat thing about technologies. They’re what we can learn to do.

And all science fiction is, in one way or another, technological. Even when it’s written by people who don’t know what the word means.

All the same, I agree with my reviewer that I don’t write hard science fiction. Maybe I write easy science fiction. Or maybe the hard stuff’s inside, hidden — like bones, as opposed to an exoskeleton…. 

– Ursula K. Le Guin


Recomendación de la semana: “Ausencia” de Byung-Chul Han

“Para la sensibilidad oriental ni la constancia del ser, ni la perduración de la esencia hacen lo bello. No son ni elegantes ni bellas las cosas que persisten, subsisten o insisten. Bello no es lo fijo, sino lo flotante”.


La lengua perezosa

Nunca imaginé que la lengua tuviera que mantener una postura específica cuando no estamos ni comiendo ni hablando. Sin embargo, un día en una cita con mi odontóloga, ella dictaminó que mi lengua era perezosa. Aún recuerdo la cara de mis padres, después de todo parecía un nombre inventado. La explicación fue simple, la lengua siempre debe estar pegada al paladar y la mía siempre estaba en el piso de la boca. ¿Cómo se dio cuenta? Esa es la pregunta a la cual no le encuentro respuesta, después de todo no es como si uno fuese consciente de dónde está su lengua cuando tiene la boca cerrada. Con el diagnóstico de la doctora, mis padres me sometieron a, lo que yo recuerdo como, tortuosas terapias para evitar que la lengua empujara los dientes inferiores hacia delante y de tal forma que mi cerebro fuese consciente de dónde debía mantenerse la lengua. Las terapias consistían en ejercicios para fortalecer la musculatura alrededor de la boca; desde apretar un palo de paleta con los labios con mucha fuerza, hasta la tortura china de los masajes en los cachetes que parecían durar una eternidad. Sin embargo, lo más difícil y aburridor de todo, era tener ese maldito pensamiento, que me perseguía hasta en mis sueños, de tener la lengua en el paladar y no en el piso. Con el fin de que yo tuviera consciencia sobre mi lengua, y como detestaba tanto las terapias, mis padres se dedicaron a recordarme dónde mantener la lengua en cada momento del día; la pesadilla de mis sueños ahora estaba conmigo todo el tiempo.

Por supuesto que, al mencionar a mis amigos, o a cualquier persona, la historia de mi lengua perezosa, me miraban, me miran y me mirarán con cara de incredulidad. Al contar esta anécdota, me di cuenta que las personas de inmediato cierran la boca y comprueban que su lengua automáticamente se pega al paladar, y quedan condenados a ser conscientes de la postura de su lengua al cerrar la boca.Incluso ahora, años después de que me diagnosticaran, de las terapias, y de los aparatos que tuve que usar para acostumbrarme a tener la lengua en el paladar, la pregunta me sigue persiguiendo de vez en cuando, Ale, ¿dónde está tu lengua?

– Alejandra Silva


Un fragmento de “Las pasiones del alma” de Descartes

Art. 57. El deseo.

De la misma consideración del bien y del mal nacen todas las demás pasiones; pero, para ponerlas en orden, distingo los tiempos, y, considerando que nos llevan a mirar hacia el futuro más que hacia el presente o el pasado, empiezo por el deseo. En efecto, es evidente que esta pasión mia siempre hacia el porvenir no sólo cuando se desea adquirir un bien que aún no se tiene o evitar un mal que nos parece inminente, sino también cuando se desea, sin más, la conservación de un bien o la ausencia de un mal, que es a lo único a que puede aspirar esta pasión.