


ENVIADO POR
Carolina Cerón
En respuesta a Un estudiante
el pantallazo que usa, corresponde a la cuenta del artista David Rodriguez Yepes, egresado de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, no de la Universidad de los Andes, como sugiere en El chiste se cuenta solo.
Para complementar su apreciación, algunos datos:
1. artecámara es una exposición organizada por la feria de arte de Bogotá, Artbo, un evento de la Cámara de Comercio de Bogotá (CCB). La exposición de artecámara invita a un curador, que bajo una propuesta curatorial elija obras que se articulen con dicha propuesta. En este espacio pueden participar artistas menores de 40 años sin representación comercial que no hayan participado en versiones anteriores de la muestra. Este año se presentaron 443 postulaciones de artistas de todo el país. Bajo las limitaciones de espacio y tiempo, es de esperar que un proceso curatorial no elija las 443 postulaciones. Se seleccionaron 21 artistas con 21 obras.
2. La selección cuidó que existiera un número equilibrado de egresados de universidades públicas y privadas. Hay egresados de 5 universidades públicas y de 5 universidades privadas.
3. La selección cuidó también la paridad: de los 21 artistas hay un equilibrio de género:11 mujeres y 10 hombres.
4. Una esperaría que, en espacios como estos, las y los estudiantes pudieran respaldar a sus colegas que participan en plataformas de visibilización artística. Que reconocieran que están allí por la solidez de sus propuestas, no por el nombre de su universidad ni por supuestos privilegios asociados a ella. (Y si supieran cuántos uniandinos no pasaron siquiera la primera ronda, entenderían que no hay garantías automáticas). Lo que falta es colegaje. Falta la capacidad de alegrarse por el logro del otrx, de reconocer el esfuerzo ajeno sin que eso implique una amenaza personal. Falta reciprocidad. Y en un mundo que ya es bastante hostil, parece que pedir eso es pedir demasiado.
5. Mal porque la curadora escoge uniandinos; también mal si no los escoge. Hay una tensión inevitable entre representar una institución en el campo artístico y evitar caer en favoritismos. Mal porque es curadora, pero también porque ocupa simultáneamente el cargo de directora del departamento, lo que complica aún más la percepción de imparcialidad.
Mal porque seleccionó a tres artistas que fueron sus asesoradas en proyectos de grado. He asesorado en promedio cinco estudiantes por año durante nueve años, lo que suma aproximadamente 45 proyectos. Seleccionar tres puede parecer poco, pero tambien puede ser mucho, pero también puede leerse como una elección que favorece vínculos previos. Mal, muy mal. Y mal también si no escoge a ninguno de sus asesorados, porque entonces se invisibiliza una parte del trabajo académico que ella misma ha contribuido a formar.
Mejor dicho: todo mal.
6. Lo que incomoda a varios de los artistas mencionados en esta funa —publicada desde la comodidad del anonimato, lo que ya plantea una tensión ética— es que reproduce el mismo patrón de muchas críticas dirigidas a uniandinos. Se les reduce a una caricatura: jóvenes privilegiados, sin agencia, que acceden a espacios por palanca y no por mérito y solidez en sus propuestas. Esa generalización borra matices importantes. ¿Alguien se ha detenido a pensar si esas personas han trabajado para obtener becas, si han sostenido su formación con esfuerzo y compromiso? Vale la pena preguntárselo. Yo, que conozco estas historias, puedo decir que más de uno se sorprendería.
Atenta a si tiene más preguntas, sus inquietudes, reclamos, por desalentadoras que sean para mí, en una exposición que quería mucho hacer y con la que me siento contenta en la camiseta de curadora, en la camiseta de profesora y actualmente directora, el servicio al cliente es completo y responderé con gusto todas las suspicacias que le generen las historias de instagram de los artistas participantes.
ENVIADO POR
David Rodríguez Yepes
En respuesta a El chiste se cuenta solo
Me llegó la notificación de que había sido mencionado en el González y vi un comentario que hablaba del elitismo uniandino y lo ilustraba con mi historia de instagram incluyendo mi nombre. Tengo la sospecha de que esa persona no me conoce o que sabe muy poco sobre mí, porque yo no soy un egresado de la universidad de los andes pero esa persona cree que sí.
La persona que escribió el comentario lo hizo de forma anónima, entonces no puedo hablarle directamente pero hubiera querido decirle: Te entiendo. Yo sentí lo mismo todas las veces que apliqué a la convocatoria de artecámara desde el 2019, de hecho junto a Beatriz Acevedo —que también está en artecámara este año— pensamos un par de veces hacer un salón de los rechazados. El rechazo es difícil y ser artista en este momento tristemente implica hacerle callo al rechazo y seguir intentando. Yo he sentido también el rechazo de no pertenecer a una élite, pero con mayor fuerza y dimensión he sentido el amor de los amigos y de la gente que he conocido gracias al arte, que no son sólo de una universidad y no todos son siquiera artistas.
Cuando se decide ser artista se elige un lugar particular en el mundo, pequeño y difícil, pero uno lo escoge porque se siente de ahí. Cuando se habla de ese lugar se piensa que es la inauguración y la academia, las galerías, las ferias comerciales pero yo no creo eso. Ese lugar está en tomarse una pola con los amigos, en los semilleros, en los proyectos comunitarios, en el karaoke, en las exposiciones inventadas por nosotros, en los clubes de dibujo, en los talleres que compartimos, en el trabajo colectivo, en la conversación, en la convivencia; en el otro, el lugar del arte está en el otro.
Cuando hago un chiste sobre mis amigos no espero que sea excluyente, no quiero ser parte de un grupo selecto, no quiero ser un matoncito de colegio (que tanto me hicieron sufrir) solo celebro que estoy con ellos porque me siento acompañado y celebro que ese espacio de feria pueda sentirse como ese lugar del que estoy hablando.
Quizás el chiste debió ser privado.
Carolina socializó los resultados y habló de su curaduría, que no se debería juzgar viendo los nombres de los seleccionados, mucho menos viendo una historia de instagram, debe verse cuando exista. Confío en su trabajo y su criterio, la admiro y espero no haberla afectado con esta situación.
Dice Mercedes Villalba en el manifiesto ferviente (que cito siempre) :
Es clave defender nuestro regocijo, y para eso puede que nos veamos obligados a confeccionar burbujas. Bolsas de aire y espacios de excepción, escondites donde ir a nutrirse y descansar. Que abunden estos espacios, aunque sean temporales. Que alberguen las más extrañas y creativas de las excepciones. Burbujas donde imaginar nuevas historias, escribir nuevas reglas. En tiempos como éste, estamos luchando por nuestro derecho al futuro. El truco está en hacer fermentar estas burbujas, levantándose en fervor.
Entonces, hagamos de ese espacio del arte un lugar para nosotros, un lugar en donde quepan los amigos y los que no son amigos, donde podamos hacer chistes, tener una mirada crítica, conversar, estar tranquilos, donde no nos escondamos. Yo quiero estar al servicio de ampliar ese lugar pequeño y difícil, que no sea solo para instituciones privadas, círculos de Bogotá, una clase social. Pero eso no lo puedo hacer solo, lo puedo hacer con ayuda de mis amigos.
El chiste no se contó solo, el chiste lo hice yo y por eso firmo este texto con mi nombre.
David Rodríguez Yepes
NOS ENVÍAN
“Ya es muy tarde”
Nemo
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“¿Por qué te importa tanto? No es para tanto.” “No es tan grave.” “Es más complejo de lo que parece.” “No lo entiendes.” Quizás. Pero quizás, si me lo explicaran, lo entendería. Quizás no me daría tanta rabia. O quizás, sí. Quizás sí es para tanto. Quizás ninguna cantidad de explicaciones me convencerán de que esa en serio era la única opción.
“Tranquilxs, no se preocupen. No cambia nada para ustedes, no va a afectarles, acá hay gente todavía para resolver sus dudas y problemas.”
Pero no es así. Sí nos afecta. Sí me afecta. Tal vez no por las razones que piensan. Incluso estando en mi último semestre, me afecta. Pero eso no importa, no me preocupo mucho por mí, me preocupo por ella. Y por todas las personas perdidas que confiaban en ella y se sentían segurxs con ella, que deben ahora enfrentarse a una cara desconocida. Eso pasa, seguido, es normal, supongo. Pero podría no haber sido así aquí, ahora. Eso creo, al menos. De repente, desaparece una persona que era parte esencial de este círculo, que desde antes de que yo me inscribiera a esta universidad ya estaba dispuesta a ayudarme, explicarme, guiarme. Y siguió ayudando, explicando, guiando y sobre todo acompañando, de una forma tan tierna, tan personal, tan dedicada.
Y quizás, si ese “adiós” no hubiese sido tan repentino, si hubiese alcanzado a agradecerle por todo, si hubiésemos sabido a tiempo para poder despedirla como se debe, quizás no estaría escribiendo esto.
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Ni siquiera acabó el día y no alcancé a decirle gracias, y adiós, y “te extrañaremos”, y “fuiste esencial para mi éxito en esta carrera”.
“Te lo estás tomando muy personal, no escribas eso, ya es muy tarde, no entiendes lo suficiente como para decir algo al respecto, y, ¿para qué?”, pienso todo el tiempo. No lo sé. Solo sé que se está dejando esto atrás tan rápido, como si no hubiese pasado nada, como si fuese cosa menor, como si no importara.
Pero sí importa. A mí, al menos, me importa mucho. Y realmente me deprime la idea de volver a usar la neverita del parchadero y ya nunca volver a ver esa cajita de leche marcada con un post it: “Yennifer”.